jueves, 18 de abril de 2013

CAPÍTULO 2



Miraba por la ventana el inmenso bosque verde que se ponía ante mis ojos, potente y deslumbrante y cegada por el sol de la tarde, decidí entornar un paseo a la montaña.
Con todo el silencio de la vida recordaba a cada instante como me miraban mientras sus pupilas decían abrázame y no me sueltes nunca, como esas dos miradas enternecedoras habían desaparecido, la parte esencial de tu vida, los que te ayudan a levantarte, los que te enseñan a correr y nunca parar, los padres…

Paseaba por las calles del pueblo, donde la gente con los ojos negros entristecidos, había entierro, mi abuela estaba dentro haciendo como si de una plañidera se tratase, de negro como mi corazón, salían de el entierro, y a fuera como no, estaba él, siempre con esos ojos verdosos como si fuera un roble macizo inquebrantable, el hizo de apoyo a su abuela ya envejecida de aspecto agradable, su padre en la esquina con la misma cara de seriedad de siempre, según me había fijado parecía no dejarle ni llamarle <<padre>> ni <<papá>>, para él era Don Manuel, como si de un criado tratase, sin verla dio una colleja a su hijo con lo que parecía una Sagrada Biblia, le dijo que fuera más despacio, que su abuela ya no era burra de montar veloz, y él con esa humildad y inocencia se disculpó y agachó la cabeza.

Mi abuela dando el <<sentido>> pésame a la hija, volvió más bien feliz dando las gracias al señor de lo ocurrido, criticando a la recién fallecida, la viuda de Eulario, parecía criticar hasta la más fiel persona que pasaba delante de sus narices, y su hija recién venida de la capital, era malmirada aun así por las señoras, porque en lo más bajo de su vestido negro, le asomaba un trozo de pierna.

Yo saltaba de roca en roca, en lo más hondo de la montaña se veían pequeños agujeros con los conejos dentro, dando pequeños lengüetazos a sus crías, esos mínimos detalle que harían enternecer hasta la roca más dura, tumbada sobre una ruina árabe antigua, con el romero acariciándome el codo, dejando en mi ser un leve cosquilleo bastante peculiar, todo un silencio, parecía que nada de lo que ocurría, tenía importancia en ese lugar, donde mi respiración se combatía con los latidos de mi corazón, que estable luchaba contra los autillos que se preparaban para emprender una dura noche, cuando de repente, ocurrió. 
Lo más impredecible que podía ocurrir, alguien entre delicados movimientos rompió mi hondo silencio, a juego con sus ojos amusgados verdosos y el viento soltando su rubio cabello, rebelde tímido y frágil, ante la inmensa montaña que se ponía a su espalda, y cuando parecía que mis manos temblaban solo un leve susurro pudo salir de mis labios, casi no tuve tiempo a reaccionar, ya era tarde, ya no se podía parar, alivio o presión, sus ojos me habían inducido a un mundo de ilusión y ternura que no llevaría a nada, tampoco podía huir, momentos así ocurrían una vez en la vida, ya estaba, destino fuerte y caprichoso conducido por la casualidad y el amor.

CAPÍTULO 1



Te levantas dolida, con ojeras, acariciando tus sabanas con la punta de los dedos, sin ganas de vivir, sin ganas de nada, todo era normal, ese olor a tostadas caseras que me llegaba hasta al paladar, cruzas el pasillo y vas escuchando la voz de su abuela murmurando con tu abuelo, pensar que faltan voces, esas voces que te van a levantar todas las mañanas con la frase ‘Ya es la hora’ que pase lo que pase, siempre te mira con una sonrisa, siempre  ofrece su hombro cuando se enfadaba con esa misma persona, que aunque tengas una persona que se esfuerza por lo que también ama, nunca es lo mismo, siempre es la misma repetitiva de una historia angustiada por la pérdida irrefutable de dos personas que te hacían sonreír.

Dos besos y a desayunar, veía un taco enorme de mantequilla sobre la mesa, untar con el pan, un poco de azúcar y ese mismo sabor de la mantequilla derretida por un pan caliente, el calor de un brasero a sus pies que mostraba sus grandes ascuas, producidas por una chimenea grande dando olor a la casa, ese era su lugar, pero siempre estaba esa melancolía por las ganas de ver mundo, de saber que hay mas a parte de un calor de hogar acogedor, es el momento en el que su gato se acurruca en tus delicadas piernas, con su fino pelo, dejándote un cosquilleo inevitable, y una sonrisa al mirarle fundida por un sonido producido por el mismo…

Las velas iluminaban un hogar iluminado por la recién deslumbra de la luz del sol, era ese lugar cruzando la despensa fría, ese patio donde otro mundo se imponía ante sus ojos, ese frio de la mañana, ese cielo azul, notaba en mis pies el suelo húmedo, lleno de pequeñas hojas que recorrían su ser, tu gato acompañándote en el recorrido, pensaba en lo que había vivido, y inevitables ganas de echarse a llorar, toda tu vida, un hueco enorme de desgracias ocurridas en cadena, y tu alma sola ante el inmenso cañar de tu costado, esos pequeños trozos de mármol procedentes de la antigua fábrica, pequeños pedazos de corazón que el verde suelo los camuflaba, una lagrima derramada al suelo, un suspiro por la mañana, un murmuro por la noche, una zona inerte de alegría, una vida de una joven destrozada por el mundo…

Subes a la montaña, es ese lugar tan triste y desolado que tu solo puedes llegar a conocer, es ese lugar donde cada respiración importa, donde el pelo poco a poco se va desortijando, tus labios se agrietan junto a su corazón, ese lugar donde la verdad ya no importara solo quería la sensación de volver al pasado y gritar...

Las pestañas me iban azotando con el viento, cada mínimo detalle que me hacía recordar, cuando un inmenso silencio recorre tu ser cuando parece que nada puede cortarlo, cuando cree que estas sola ante la nada, recuerdas que en lo más alto siguen esas personas que te dicen, frena y deja de acelerar, piensa antes de respirar, no llores de nada te servirá…

El sol ya estaba puesto por el horizonte, un tímido frescor recorría el clima y los pájaros unidos volaban, sin hablarse no conseguían chocarse, esa gente que se creía perfecta, nadie es perfecto, los animales hacen las cosas sin pensar, solo por naturaleza y consiguen una vida prospera unidos entre si, nosotros pensamos, y perdemos…

La fuente salpicaba agua a tus piernas, la gente jugaba por la calle, era una gran comunidad donde todos estaban felices y nadie ponía ningún reproche, la Calle Real de mi pueblo reposaba de alegría unida entre sonrisas y gritos, las abuelas chismoteaban como siempre mientras con esparto hacían obras artesanales, nadie les había enseñado, y como los animales por naturaleza ya sabían hacerlo y sin mirar la obra doblaban trenzas sin pensarlo.
 Y entonces lo ves, camuflado entre sombras como esa fantasía que jamás contarías a nadie, esos ojos azules que te miraban fijamente, siempre pensaba que me miraba pero jamás lograría saberlo, esa ilusión que tienes por las noches que de que coge una piedra, golpea tu ventana y con una trenza de sabanas te rescata y se fugan juntos, era solo una niña que se creía que sabía algo,  y te das cuenta de que solo hay una oportunidad en la vida, y quién sabe si la conseguiría, aun así solo quería contemplarlo hasta que el mundo se detenga, no dejar de amarlo nunca, pero en silencio, sin hacer mucho ruido por muchas ganas que tenga de decírselo al oído.


PRÓLOGO

FLORES MARCHITAS

PRÓLOGO
 

Esas mudanzas, que te hacen recordar los mejores y peores momentos de tu vida, esos trastos viejos llenos de polvos, que no quieres olvidar, esos recuerdos del pasado, y es el momento en el que ves ese recuerdo y algo cambia, en tus ojos puedes ver esos años junto a esa persona y sin saber cómo sonríes, y entonces sucede, tu mente se activa, y recuerdas, y intentas borrar, formateas sin resultado, intento fallido y recuerdas como empezó una historia imposible en tiempos difíciles unidas por dos contextos inequivalentes, y Iris recuerda esa mirada que hizo que ocurriera, y que miras atrás y ves una puerta entre abierta que ves a tus hijos correr y empiezas a buscar, empiezas a buscar los recuerdos que nunca quieres que desaparezcan, un mínimo detalle que hace grande pequeños momentos, y te cae una lagrima por esos años junto a él, en resumen mudanza, una palabra que debería de estar prohibida en el diccionario, tantos recuerdos que aparecen de nuevo en tu vida, y que nunca jamás podrás olvidar…


Porque del recuerdo hay muchos que dicen que es ‘el olvido del alma’ porque millones de personas solo tratan de olvidar, cosa imposible ante nada, porque no puedes, algo te bloquea y aparecen imágenes, escenas de tu vida, y tu lo intentas sin saber que no puedes, que estuvo en tu mente y jamás podrá borrarse.


Algo normal porque personas que intentar olvidar solo camufla la realidad, que es que están deseando recordar ese momento… porque por mucho que lo grites a los vientos, solo hace falta susurrarlo y te acordarás, de lo que amabas esos momentos y que jamás, los podrás olvidar. 

Porque los amores imposibles son historias de dos personas que movidas por el viento, no consiguen fijar su destino, solo intentan coger de la mano a esa persona y no soltarla jamás, pero las circunstancias, siempre difíciles serán, porque nunca podrás sacar de tu mente a una persona que te hizo sacar por completo tus sentidos, esa persona que te despertaba todos los días con un beso en la mejilla, esa persona que en los peores momentos de tu vida te había hecho sonreír, porque es imposible, no lo puedes intentar, es amor, y no depende de nada, pero es verdad, a esa persona no la vas a olvidar, siempre la recordarás con esa sonrisa y esos ojos verdes como el musgo después de una larga noche de lluvia, como un olivo en primavera, porque es como una flor que va dejando semillas en muchas lugares y cuando las vuelves a ver, se activa, recuerdas, y no olvidas, recuerdas cada mínimo detalle, cada mirada, cada sonrisa, como sin darte cuenta te acercabas a esa persona, como la historia de dos personas que unidas por el vacío, siempre estarán ligadas al recuerdo…